Guerrero. — El 31 de julio fue un día histórico para habitantes de la población de Huehuetán, en el estado de Guerrero, México. Después de casi 10 años de meter peticiones formales, la región se desprendió finalmente de Azoyú, el ayuntamiento al que pertenecía, para autoproclamarse, junto con otras regiones, como municipio afrodescendiente. Las peticiones marcaban la falta de recursos que se destinaban a la región, y la gente se quejaba de la segregación racial ejercida durante decenas de años.
Con fundamento al artículo 39 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, sobre la libre determinación de los pueblos, y ante la falta de respuesta del congreso estatal, nueve comunidades — la Bocana, Talapilla, los Chegües, los Metates, los Quiterios, las Trancas, Huehuetán, Tenango y el Arenal — conformaron el nuevo municipio.
Leticia Javier Marín, presidenta del nuevo municipio, tiene un reto grande. Temas importantes como la implementación de vivienda digna y drenaje y la creación de empleos están en su agenda; sin embargo, no se cuenta con presupuesto para llevar a cabo estas acciones. Pese a ello, tiene fe de que, ante la toma de protesta de los nuevos congresistas en el estado; y la mayoría de Morena, partido al que pertenece ella, junto con la gobernadora electa del estado, Evelyn Salgado, y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se comience a operar como municipio legítimo afrodescendiente.
“Es un evento histórico. Es un ejemplo para muchas comunidades que están colocadas en el olvido y están pronunciándose. El reto es podernos legitimar; de ahí, el siguiente reto es poder optimizar los recursos que haya para que las oportunidades que se le han negado a la población puedan reivindicarse a nuestra gente”, dijo Javier Marín, quien también fue candidata de Morena a la alcaldía de Azoyú en las pasadas elecciones de junio.
Huehuetán, ubicado en la Costa Chica del estado, en el límite este del municipio de Acapulco, es un poblado con 4,132 habitantes afrodescendientes. Son pobladores descendientes de africanos que llegaron a México durante la consolidación de la Nueva España, entre los siglos XVI y XIX, como consecuencia de la esclavitud. En la región dominan las actividades económicas primarias, la agricultura (60 por ciento) y la ganadería (40 por ciento). Desde su fundación, hace 200 años, el lugar vive entre la invisibilidad, falta de oportunidades y carencias.
Casiano García Jarquín, un pintor de 71 años, y una de las figuras más representativas de la región, conoce muy bien la situación. “Desde que estaba pequeño, en aquellos tiempos, los profesores iban a buscar a los alumnos a sus casas y los adultos no los dejaban ir. Decían, ‘si las letras no se comen. Ahí está el campo, hay que producir maíz”, dijo.
García Jarquín llegó al primer año de primaria; aprendió a leer y escribir. Cursó segundo de primaria a los 19 años. La pasión por la pintura lo llevó a aprender el oficio de manera autodidacta, para finalmente mudarse a Acapulco, en busca de mejores oportunidades. Años después, encontró reconocimiento nacional e internacional por su trabajo.
Pese al caso de éxito de García Jarquín, el rezago educativo es notorio en esta y varias regiones afrodescendientes. Datos de la encuesta intercensal en 2015, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en colaboración con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), mencionan que dentro de la población afrodescendiente, hay casi el triple de la tasa a nivel nacional de población que no sabe leer y escribir.
“Ante el nivel educativo que mucha gente ha alcanzado, tienen que migrar o desvincularse de la educación para comenzar a trabajar en edades tempranas. Los puestos que ocupan son muy mal pagados. Hay una brecha de analfabetismo que es importante considerar”, dijo Mireya del Pino Pacheco, directora de Estudios y Políticas Públicas del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
Muchas de las regiones donde estas poblaciones viven son marginadas y golpeadas por el crimen organizado. Guerrero, el estado con más municipios afrodescendientes del país, 81 legítimos, y 5 en proceso de ser reconocidos, también se encuentra dentro de los 10 estados más violentos. Además, los bajos ingresos no permiten a muchas personas tener una vida digna.
“Por lo menos yo comía algo antes de ir a la escuela, pero había otros que solo tomaban agua hasta que comían a medio día. Comían chile con queso y tortillas, esa era una comida, o huevo frito con tortillas. Si no había queso o huevo, solo tortilla con chile. Pero era mejor que no comer”, dijo Marcelina Carmona Salas, originaria del lugar, quien tras migrar a Baja California en busca de una mejor vida, sufrió discriminación.
Los estigmas, prejuicios y discriminación envuelven comúnmente a esta población. “Son vistas como personas flojas, poco confiables, porque el color de piel determina mucho en el imaginario el hecho que sean personas dignas de confianza”, dijo del Pino Pacheco. “En México hay sexualización sobre ellos. A las mujeres se les cataloga de ser ‘sexosas’, ‘fogosas’; y a los hombres, también”, dijo.
Según la encuesta intercensal, la población afrodescendiente representa el 1.16 por ciento de la población, es decir 1.4 millones de personas (705 mil mujeres y 677 mil hombres), mientras que casi 600 mil habitantes dicen ser de esta raza en parte. Las entidades federativas con más presencia de esta población son Guerrero, Oaxaca y Veracruz, con 6.5, 4.9 y 3.3 por ciento de su población, respectivamente.
El estado de Guerrero — nombrado así en honor a Vicente Guerrero, pieza clave de la independencia de México, segundo presidente de México y el primero de origen afrodescendiente — fue el escenario donde el político llevó parte de su vida. Sin embargo, a pesar de su legado, donde sobresale la abolición de la esclavitud, la reforma agraria y la educación gratuita, actualmente existe cierto desacuerdo con que una persona afrodescendiente sea elegida como presidente. Según la más reciente encuesta de discriminación (ENADIS), a 3 de cada 10 personas no les gustaría.
En los últimos años se han dado algunos avances a favor de la población afrodescendiente en México, como el reconocimiento constitucional, en 2019, donde se incorporó en el artículo 2 de la Constitución la necesidad de esta población de ejercer sus derechos. Además, se agregaron reconocimientos hacia la población en las constituciones locales de Oaxaca, Veracruz y Ciudad de México.
En la encuesta intercensal 2015, se incluyó por primera vez una pregunta relacionada con los pueblos afrodescencientes. En tanto, en el Censo 2020, se incluyó una pregunta que permitía la ‘autoadscripción identitaria’ como ‘afrodescendiente’.
Sin embargo, para la activista en derechos humanos, Yndira Sandoval Sánchez, falta mucho por hacer, por lo que urgió al reconocimiento absoluto de todos los derechos humanos. Sugirió transitar hacia una defensoría autónoma de derechos humanos, pues las recomendaciones de los actuales organismos “no son vinculantes o están prácticamente desaparecidas”, dijo.
“Traemos el debilitamiento institucional de las instancias encargadas de proteger promover y defender los derechos humanos. No solamente se han debilitado en términos de un grosor burocrático, sino también presupuestal y de alcance jurídico … Basta con que una población no sea reconocida para que pongamos en cuestión a la democracia mexicana, al Estado Mexicano completo”, dijo.
Asimismo, Sandoval Sánchez instó al desmantelamiento de políticas públicas dirigidas a la erradicación de brechas de desigualdad y discriminación, y a la prevención, atención y detección de la violencia. “Estamos en un asunto muy reactivo, como el tema de la militarización, así como en otros temas que han sido totalmente no reconocidos sobre esta parte racial, como etnocidios y otros asuntos”, dijo.
“Tenemos que revisar los DESCA [Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales], todo el pacto de derechos políticos y civiles, derechos sexuales y reproductivos, los derechos digitales. Es una gran brecha; creo que la pandemia ha dejado al desnudo todas las desigualdades que se enfrentan en general las poblaciones y que se acentúan en poblaciones tan específicas como las afromexicanas”, dijo.
Según la ENADIS 2010, casi una cuarta parte de los mexicanos no está de acuerdo con que en su casa viva alguien de otra raza, mientras que el 15 por ciento de los encuestados considera que sus derechos no han sido respetados por el color de su piel.
Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas
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